Pues bien, un largo rato desde que no he puesto nada aquí. Por las fechas y los últimos acontecimientos que han sucedido en mi vida, me dieron ganas de regresar a este espacio. Y como últimamente ando entre melancólico y nostálgico, me dieron ganas de recordar viejos tiempos. He aquí dos viejos poemas que encontré de mi otro blog. Prometo (¿Pero a quién le prometo? ¿A la nada? ¿Al no-lugar conocido como Internet? ¿A mí mismo? Sé que es otro engaño, en dado caso) que conforme tenga tiempo escribiré cosas nuevas aquí. Un sueño me ha dicho que es hora de volver "a las andadas". Saludos.
PATERNIDAD
El día que murió mi
padre
no derramé una sola
lágrima.
No imposté una falsa
tristeza,
no hubo nostalgia
alguna.
Me levanté de la
silla
en la que había
dormido
y me puse a mirar el horizonte
de la Ciudad de
México
desde la ventana del
hospital.
La oscuridad cedía
ante el amanecer
y yo sentía algo
parecido a la felicidad,
pero no era eso.
Recordé el sueño que
tuve
mientras él moría a
mi lado:
yo iba en el asiento
trasero de un carro
y él iba manejando,
alejándonos de una
ciudad
que siempre voy
construyendo
cada noche, y en la
radio sonaba
una canción de Arcade
Fire.
Yo iba en el asiento
trasero
y sabía que esa era
su despedida.
Veía a través de las
ventanas
cómo volvían a la
vida
los momentos que
pasamos juntos:
cuando todo terminó
mi padre no estaba ahí,
y el carro seguía su
marcha.
La enfermera me
despertó en ese momento,
señalándome con la
mirada
que mi padre había
muerto.
Y mirando desde la
ventana
me puse a escuchar
esa última canción.
Su funeral fue ese
mismo día,
el entierro al
siguiente,
y no derrame una
sola lágrima.
Los días han pasado,
más gente ha muerto
para mí, estando
viva, y no puedo explicármelo,
pero siento esa
oscura forma de felicidad
que sentí en el
momento.
No he llorado aun,
lo hice mucho antes.
Sigo escuchando esa
canción:
toda mi vida he
estado aprendiendo a manejar.
***
EL PASADO
Nuestra última
conversación
fue como un orgasmo
fallido:
se dio todo lo que se
podía dar,
uno del otro, cansándonos rápidamente
ante la furia de las
abatidas,
y no hubo el menor
grado de placer:
Fue como partir sin
decir adiós.
De ella no he vuelto
a saber nada
desde hace meses, y
no me interesa
saber nada.
Es como buscar a la
vuelta de la esquina
las monedas que has
perdido a lo largo
de tu vida.
P.S.:
"Paternidad" no se puede entender sin la siguiente canción:
"Paternidad" no se puede entender sin la siguiente canción: