martes, 1 de octubre de 2013

Dos viejos poemas


Pues bien, un largo rato desde que no he puesto nada aquí. Por las fechas y los últimos acontecimientos que han sucedido en mi vida, me dieron ganas de regresar a este espacio. Y como últimamente ando entre melancólico y nostálgico, me dieron ganas de recordar viejos tiempos. He aquí dos viejos poemas que encontré de mi otro blog. Prometo (¿Pero a quién le prometo? ¿A la nada? ¿Al no-lugar conocido como Internet? ¿A mí mismo? Sé que es otro engaño, en dado caso) que conforme tenga tiempo escribiré cosas nuevas aquí. Un sueño me ha dicho que es hora de volver "a las andadas". Saludos.


PATERNIDAD


El día que murió mi padre
no derramé una sola lágrima.
No imposté una falsa tristeza,
no hubo nostalgia alguna.
Me levanté de la silla
en la que había dormido
 y me puse a mirar el horizonte
de la Ciudad de México
desde la ventana del hospital.
La oscuridad cedía ante el amanecer
y yo sentía algo parecido a la felicidad,
pero no era eso.
Recordé el sueño que tuve
mientras él moría a mi lado:
yo iba en el asiento trasero de un carro
y él iba manejando,
alejándonos de una ciudad
que siempre voy construyendo
cada noche, y en la radio sonaba
una canción de Arcade Fire.
Yo iba en el asiento trasero
y sabía que esa era su despedida.
Veía a través de las ventanas
cómo volvían a la vida
los momentos que pasamos juntos:
cuando todo terminó mi padre no estaba ahí,
y el carro seguía su marcha.
La enfermera me despertó en ese momento,
señalándome con la mirada
que mi padre había muerto.
Y mirando desde la ventana
me puse a escuchar esa última canción.
Su funeral fue ese mismo día,
el entierro al siguiente,
y no derrame una sola lágrima.
Los días han pasado, más gente ha muerto
para mí, estando viva, y no puedo explicármelo,
pero siento esa oscura forma de felicidad
que sentí en el momento.
No he llorado aun,
lo hice mucho antes.

Sigo escuchando esa canción:
toda mi vida he estado aprendiendo a manejar.


***

EL PASADO



Nuestra última conversación
fue como un orgasmo fallido:
se dio todo lo que se podía dar,
uno del otro,  cansándonos rápidamente
ante la furia de las abatidas,
y no hubo el menor grado de placer:
Fue como partir sin decir adiós.

De ella no he vuelto a saber nada
desde hace meses, y no me interesa
saber nada.
Es como buscar a la vuelta de la esquina
las monedas que has perdido a lo largo
de tu vida.


P.S.:

"Paternidad" no se puede entender sin la siguiente canción: