domingo, 12 de junio de 2011

Cinco canciones





Recuerdas un atardecer pasado en un jardín de CU escuchando Western Eyes, de Portishead.

De ese atardecer sólo queda el recuerdo, la sensación inexacta de haberlo vivido. Queda la sensación de que al escuchar la canción una vez más tú estás ahí, tirado en el pasto, casi recostado, frente a un árbol viendo como cae la tarde y el sol brilla con una fuerza magnificente que casi te deja ciego, ese sol que penetra tus poros y te hace sentir contento. Recuerdas la sensación de estar perdido al escuchar esa canción, ese día, en el jardín, viendo pasar a la demás gente y pensando que sus vidas son mucho mejores que la tuya. Y vuelves tu cabeza para mirar la facultad de química y te preguntas: ¿Por qué no estoy ahí? ¿Por qué no soy aquellos que están ahí y tienen otra vida que no es la mía?

Pero es tarde, porque la canción va terminando y sólo escuchas ese sampleo tan singular que va al final de la canción: I feel so cold on hookers and gin. This mess we’re in. Y cuando acaba la canción sientes que ha sido un día inmejorable y que tu vida, tu propia vida, vale muchísimo más que la vida de los demás porque ellos nunca sabrán lo que es sentirse perdido escuchando Western Eyes en un jardín de Ciudad Universitaria.

Nunca sabrá lo que es sentirse solo, escuchando esa canción, justo cuando cae la tarde. Nunca como tú lo sientes. Nunca como lo has vivido.

Y luego, otra canción.

Esta canción te trae recuerdos más lejanos, de un par de años atrás, cuando aún no percibías las posibilidades de la vida. Aunque aún no sabes sí percibes totalmente las posibilidades de la vida. En sí, no sabes qué es la vida, pero tienes una intuición de lo que es la vida y quieres vivirla. Tal y como los rayos de sol que caían ese día sobre tu rostro.

Escuchaste por primera vez esa canción cuando ibas en la secundaria. Las cosas eran un mierda y, ahora, incluso ahora, te parecen que las cosas en ese periodo de tu vida eran una mierda. No crees equivocarte cuando piensas que el periodo actual es como ese periodo que viviste en tus dos últimos años en esa escuela. Es lo mismo. La rutina, la intolerable rutina, un día tras otro, como ver la imagen de ese balón de básquetbol tirado en medio de la cancha y que no has logrado quitar de tu cabeza, porque parecía que lo veías todos los días aunque sólo haya sido uno sólo, tal y como una pintura de Edward Hooper colgando frente a tus ojos en una ventana del salón de clases. Tal vez, ese sea el mayor recuerdo que atesores de esa época: el eterno balón de básquetbol tirado en medio de la cancha, esperando a alguien que llegará a patearlo o a moverlo del lugar. Pero en tu memoria nadie ha llegado aún. El balón sigue congelado por siempre. O al menos, hasta que tu vida se extinga.

Pero volvamos a la canción. Recuerdas haber visto el video por primera vez en MTV, en la mañana, antes de salir de casa para ir a la escuela y piensas que no estás seguro. Tal vez la escuchaste antes en la radio una de esas noches que tú primo te invitaba a su casa para que jugaras con su hijo. Una de esas noches de día festivo en que la ciudad era maravillosa y él ponía cualquier estación de radio y las canciones salían de las bocinas del automóvil para fijarse en tu memoria. Tal vez ahí escuchaste esa canción. Pero en vez de eso, recuerdas ver el canal de videos y ser como uno de los protagonistas del video. Un tipo que ha sido secuestrado y está en la cajuela del auto de unos amigos. Después escapa y persigue a sus captores a través de las colinas escocesas que desembocan a un lago y todos saltan al agua, se sumergen un poco para después pasar por una abertura que los lleva a un escenario flotante para terminar de cantar la canción. Un video maravilloso. Te falta mencionar que los amigos se encuentran cuando están revisando el cadáver de una cabra. ¿Y qué importa? Lo importante, lo verdaderamente importante, es que la canción te gustó mucho. Algo muy raro en esa época, en la cual rechazabas todas las canciones de bandas nuevas.

Ahora vuelves a escuchar la canción. Y sientes, tal como dice la letra, un extraño sentimiento de pertenencia a ese recuerdo, porque ahora la pregunta que plantea la canción se ha vuelto tuya: Why does it always rain on me?

Está muy claro que no sabes cómo contestar la pregunta. Sólo ves caer la lluvia sobre tu cabeza aunque el sol siga brillando para los demás.

Dos canciones más.

Los últimos días vividos no han sido nada gloriosos. Ahora piensas que cuando todo pase vas a verlos con nostalgia y que incluso pensarás que después de todo no eran tan malos. Pero como los estás viviendo, como los has vivido y el resultado al momento deja mucho que desear, piensas que son tan jodidos como esos días de secundaria.

Y hay dos canciones que te harán recordarlos perfectamente en un futuro cercano.

Una antes que la otra, porque cuando conseguiste ese asqueroso trabajo que según tú te iba a sacar de apuros pensabas que sólo iba a ser una prostitución pasajera fácil de tolerar y sin ningún daño colateral, que las cosas iban a ser sencillas y que no causaría más que una pequeña culpa moral en ti mismo, escuchabas esa canción para darte ánimo. Te decías que con la primera paga te ibas a ir de putas y a desquitar la frustración follando con un cuerpo enfermo, tal y como piensas que es el tuyo.

Nada de eso ha pasado aún y ahora te sientes más frustrado de lo que te sentías antes.

¿Cuántas veces has escuchado la maldita canción? Ni idea. Pero sientes que la pinche canción casi se inspiró en tu patética vida. No puedes parar de cantar: Don’t hurt, just obey. Lie down, do as they say. May as well be heaven this hell, smells the same. These sunless afternoons I can’t find myself!

Te das cuenta de que te has perdido de muchos atardeceres: ¡Soledad, soledad: el onceavo mandamiento!

La segunda canción la acabas de recordar hace poco. Por azar volviste a escucharla y te pareció el mantra correcto para recitar en los tiempos muertos. Es tú mayor deseo durante las horas muertas en el punto de engorde: cómo desaparecer completamente.

Escuchas un silencio y entonces empieza a cantar: I'm not here. This isn't happening. I'm not here, I'm not here... Otro momento y vuelves a la realidad, atiendes la rutina, el mismo esquema y después te vuelves a decir que no estás ahí, que eso no está pasando. Y así, toda la tarde y parte de la noche. Hasta que llega el momento y entonces cantas: In a little while I'll be gone.The moment's already passed, yeah, it's gone. Justo cuando la tortura del día ha terminado.

Vuelves a casa, cenas lo que haya en el refrigerador, fumas un par de cigarros y te deprimes amablemente antes de dormir tratando de no pensar en el día siguiente.

I wish it was the sixties, I wish we could be happy: I wish, I wish, I wish that something would happen...

Pero nada pasa, sólo la vida. Y con ella se va todo, de la manera más monótona en obsesivos días circulares. Realmente, ¿Qué pasa? ¿Qué ha pasado? ¿Ha pasado algo?

Unos diez horribles meses con el mismo ritmo. Lo único que pasa, como ya decía, es la vida y pasa frente a mis ojos. Y yo no la puedo asir. Pasan las vidas de los demás y yo ni siquiera puedo mandarles un saludo porque estoy hundido en mis propios malestares.

Hace mucho que debí de pensar en un plan B para la vida. Nunca tuve un plan B. Tengo mundos paralelos que me ayudan a sobrellevar la vida pero para la vida no hay plan B. Sólo mundos paralelos para huir a ellos durante un rato. ¿Y después? Después, comprobar que sigues aquí y que nada está pasando en tu vida, que lo que pasaba ya pasó y pareciera que ya nada va a pasar. Desearía que algo pasara.

Desearía que estos fueran los sesentas noventas, desearía poder ser feliz. Deseo, deseo, deseo que pase algo…

¿Y quienes son tus verdaderos amigos? ¿Tienes verdaderos amigos, acaso? Cuentas dos, tres, tal vez cuatro, pero desde hace mucho tiempo que los has perdido o simplemente no los ves en meses o años. Tienes a tú mejor amigo, sí, al mejor amigo de tu infancia, pero sabes que es otro pedo y que no te comprende del todo como tampoco tú lo haces con él y sabes que a final de cuentas eso no importa porque la cosa no es comprenderse sino ser amigos. Pero en realidad, quieres a alguien que te comprenda. ¡Quiero a alguien que me comprenda! ¡Yo quería a alguien que me comprenda! ¡Quiero vivir, quiero respirar! ¡Quiero ser parte de la raza humana!

¿Qué está pasando sí algo está pasando? ¿A dónde carajos voy sí es que voy hacia algún lado? Las palabras se vuelven absurdas.

¿DÓNDE ESTÁS AHORA CUANDO TE NECESITO?


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