domingo, 20 de mayo de 2012

Declaración de principios I




No soy un nihilista cualquiera, simplemente soy demasiado escéptico para creer en las cosas en las que los demás creen. Un egotista en el más puro sentido de la palabra.


Es tan raro para mi vivir momentos de tranquilidad como los que vivo ahora. Realmente me siento en un estado de levedad inexplicable. La vida se ha vuelto algo tranquilo, sin exabruptos, sin giros, sin bajadas y subidas (salvo en lo sentimental que algunos achacan a la más elemental química cerebral), sin iluminación alguna en el horizonte. Cada día me doy más cuenta de que gran parte de mis sueños no serán realizados. Sin embargo, esto no me preocupa ya mucho. Estoy aprendiendo a aceptar lo que soy y lo que seré. Aun no acepto totalmente lo que fui porque me cuesta tanto trabajo hacerlo a la luz del que soy ahora.


 Tal vez el mundo me vea como a un ser cerrado sobre su propia concha, un erizo que se hace bolita ante cualquier amenaza. Lo sé y no puedo negar que así sea, en cierto sentido, la forma que tomo ante el mundo en estos momentos. Mas yo no veo qué haya de negativo en todo esto, si bien, algunas personas me han dicho que tiene algo de negativo. ¿Por qué negar lo que soy equivocando el camino y tratando de cambiar hacia algo que no voy a ser? Incluso en mis gestos más groseros y desafiantes hay una verdad propia que no puedo negar por más que a los demás les moleste.


Hay algo un poco perturbador en ver como a uno lo quieren llevar a la uniformidad en las maneras de ser en el mundo. Si un gesto o una acción perturba a un grupo de personas por irrumpir y violentar la uniformidad de las costumbres, uno es rápidamente juzgado y de alguna manera sancionado por cometer la acción. No hablemos de las ideas, pues es aun más perturbador el resultado. Mi pregunta es cómo esta moral de las formas llega a convertirse en una doble moral en donde el resultado inmediato es la represión de toda expresión y la sanción a esta misma por métodos pequeños pero eficaces que no se ponen en tela de juicio no importando que sean peores que la acción misma que se denuncia y reprime.


Hablo de todo esto a nivel personal. Me cuesta mucho trabajo tener este coraje de la verdad, llevar a cabo esta reconversión personal en un mundo en el cual pocas personas están dispuestas a aceptar los costos que conlleva todo esto. Sin duda alguna hay cosas en las que estoy perdido, en las cuales no hay dirección o camino que transitar. Y sin duda es algo extraño sentir que aquellos interlocutores que tienes, en determinado momento, al declarar tu propia visión de las cosas, te miren con reprobación antes de que llegues a expresar por completo la idea que tienes sobre el mundo. Extraño es vivir sintiendo que los demás creen que vives en el error.


Lo único importante que saco de todo esto es que sí este sentimiento es cierto, yo soy el único que puede ser sujeto de las consecuencias de ello. Uno no escarmienta en cabeza ajena. Ya lo decía.

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